En fechas recientes, el Ayuntamiento de Vinaroz ha alardeado de su decisión de ampliar hasta los 500.000 euros (poca generosidad, máxime si lo comparamos con otras partidas del presupuesto) la cantidad destinada para ayudar al comercio afectado por la pandemia.
Hay que felicitarse de que, tras un larguísimo año de crisis sanitaria, hayan decidido articular ayudas directas al comercio de Vinaroz. Cuando nos preguntamos en qué van a traducirse estas medidas y cuándo estarán disponibles tras los duros meses de confinamiento y restricciones que llevamos a las espaldas, se indica desde la Concejalía de Comercio que la cantidad saldrá del remanente de tesorería, tras la modificación presupuestaria correspondiente y seguido de la aprobación en pleno. En definitiva, Fibla calcula que “en unos dos meses se podrían convocar las ayudas”. Convocatoria, trámites de presentación, examen de los correspondientes expedientes y solicitudes, aprobación y pago… que cada cual calcule cuándo estará ese dinero en los bolsillos de quienes lo necesitan urgentemente. Es lo que ocurre cuando las cosas se hacen sin previsión,
negando la realidad y forzados por la presión social.
Ojalá se hubiera mostrado la misma agilidad que la exhibida cuando, constituido el actual equipo de gobierno tras las elecciones de mediados de 2019, las partidas mensuales de salarios de los representantes políticos en el Ayuntamiento pasaron de 10.225€ brutos y 7.279,19€ netos en enero de 2018 a 21.025€ brutos y 4.899,37€ netos en agosto 2019 y 21.225€ brutos y 4.657,56€ netos en enero de 2020. Que el sueldo de nuestro alcalde haya pasado de 1.922,04€ en enero de 2018 a los actuales 2.725,28€ (incremento del 41,78%) y que, de esa subida, cerca de 700 euros se hayan producido a partir de febrero del pasado año, en puertas de la pandemia, demuestra que, cuando se quiere, se pueden tomar medidas rápidas anticipándose a los acontecimientos. Lamentable muestra
de falta de empatía y sensibilidad.