Empecé a trabajar en el taller naval de mi padre en enero de 1974 al día siguiente de obtener mi título profesional. Aquel era entonces un negocio enfocado exclusivamente hacia el servicio de las embarcaciones de pesca, fabricando, instalando y reparando toda clase de maquinaria naval. El puerto estaba en plena ebullición, los tres astilleros locales tenían listas de espera para construir y los talleres que realizábamos el equipamiento mecánico para las mismas no dábamos abasto.
Esta efervescencia vino pocos años después de terminado el Plan Experimental para la Pesca de Arrastre de Castellón -PEPAC – que se desarrolló de 1961 a 1966, un plan basado en una veda de cuatro meses, en la prohibición de pescar en las zonas de reproducción, en la prohibición de incrementar la flota durante la duración del plan para poder evaluar la mejora de los resultados, en el tamaño de la malla de las redes para evitar la captura de juveniles, en un comité científico de biólogos uno de cuyos laboratorios estuvo en Vinaròs, y en muchas otras medidas que pueden consultar en el libro “EL PLAN EXPERIMENTAL DE PESCA DE ARRASTRE DE CASTELLÓN (1961-66): ENSEÑANZAS DE UNA ESTRATEGIA DE ORDENACIÓN PESQUERA SOSTENIBLE” descargándolo desde la página web: http://webco.faocopemed.org/old_copemed/vldocs/0000655/castes.pdf
Un plan no impuesto, sino impulsado desde las bases del mismo sector con numerosos partícipes coordinados por el entonces comandante militar de marina de Castellón D. José Masip junto a otras muchas personas del gremio totalmente implicadas, y eso que se hizo sin subvenciones ni paro. Se partía de una situación de emergencia pesquera idéntica a la actual y no había otra opción, o se tomaban medidas, o la pesca de arrastre desaparecía. El resultado de aquel plan forzado por la necesidad fue espectacular porque se recuperaron los caladeros y la industria de la pesca tuvo 25 años de esplendor, hasta que se volvieron a hacer barbaridades y las capturas volvieron a caer en picado. Algo parecido ocurrió hace pocos años en el Cantábrico con la pesca de cerco, en que la sobreexplotación dejó los caladeros esquilmados, teniendo que estar los barcos completamente amarrados durante tres años hasta que el caladero se recuperó.
En materia pesquera se ha legislado fatal. Hasta el 2005, durante 15 años mantuvieron un plan de renovación de la flota pesquera que, por mucha subvención que fuera la recibida, hoy tiene a muchos armadores de pesca completamente endeudados y con una rentabilidad mínima que les impide prosperar.
En Bruselas, en Madrid y en Valencia, estos partidos cuasi comunistas están totalmente en contra de la pesca de arrastre, consideran a esta modalidad como piratas depredadores del Mediterráneo, cuando el arrastre lleva doscientos años desde las barcas a vela y en parejas, sometiéndolos a controles abusivos por tierra mar, aire y en tiempo real por internet y, al que se salga de la raya palo al canto. Por eso desaparecen las barcas de nuestro puerto.
Con los fondos europeos de recuperación ahora sería el momento de recuperar el arrastre montando algo parecido a aquel Plan Experimental de hace sesenta años que, sin duda alguna, fue lo más sostenible, ecológico y visionario que aquellos impulsores avanzados a su tiempo lograron implantar con un éxito indiscutible.
Juan A Blanchadell