El sábado pasado, 12 de noviembre de 2022 se celebró el 30 aniversario de la visita y testimonio de Marija Pavlociv y el P.Slavko Barbaric de Medjugorje a Benicarló, coincidiendo con el 20 aniversario de la llegada de la imagen de la Reina de la Paz que tenemos en la Capilla del Santísimo. Expongo algunas de las ideas manifestadas en las dos charlas.
Ha sido una celebración con ese aire y matiz espiritual que posee todo lo que rodea a la Señora, nuestra Madre y a Jesús sacramentado, el divino prisionero en el Sagrario porque muere de amores por cada uno de nosotros. ¿Nos proponemos acompañarle diariamente? Así como él ha renunciado, con su pobreza, al brillo de la divinidad para convivir con nosotros, también a nosotros se nos pide renunciar al ego, al corazón de piedra, a todo aquello que nos aparta de la santidad, que es el vestido adecuado y gozoso para disfrutar plenamente de su Reino de paz.
Nos contaba el conferenciante Oriol Vives -ya estamos en los 42 años de las apariciones- el impacto visual brutal que uno experimenta cuando se asiste al festival de la juventud por la liturgia granada y exuberante con más de 500 sacerdotes, con una multitud incalculable de jóvenes, con las tres horas de cola para poder confesarse… Es un aldabonazo de gracia sin cesar hasta llegar a interiorizar el totus tuus sum ego, que es la entrega total con ella, todo por ella, todo para ella. María es el camino más seguro para llegar a Jesús.
Medjugorje es un lugar de paz. Resuena el mensaje de la Señora: paz, paz, paz y sólo paz. Paz en la familia, paz en el trabajo, paz en la convivencia, paz en el matrimonio, en el colegio… Su mensaje resulta exigente a la vez que a nosotros nos parece imposible. Si hacemos lo que ella nos pide, la Madre, como omnipotencia suplicante, seguro que se conseguirá. Lo ha dicho ella y seguro que se cumple. ¿Por qué no nos ponemos desde ya a hacerle caso con nuestras oraciones y cambio de vida? ¿Nos sigue pareciendo imposible? No, porque son cosas de la Señora, y la Señora no nos pide imposibles. Comencemos uno a uno, con esa fe que mueve montañas.
Siguen impresionando las apariciones de la Virgen a la misma hora allí donde estén ahora los videntes que asistieron a la primera aparición. Ella Incide en la vida sacramental, en el rezo del rosario, en la confesión, en la meditación de la palabra de Dios, en el amor y servicio al prójimo, al necesitado de la compañía, en la adoración. Cuando se lo damos todo, es curioso, no perdemos nada porque lo ganamos todo. Ella, de una manera maternal, cuando tú le das tu corazón, se lo consagras, como es tan dadivosa y maternal, lo intercambia con el suyo, con todos sus dones. Es tanta la ganancia y alegría que Enric, uno de los asistentes, manifestaba a Lourdes: Os agradezco todo lo que hacéis por la conversión y sanación de tantas almas.


