Ya en cuaresma.
En San Bartolomé celebramos el Vía crucis los viernes de la Cuaresma, tiempo de penitencia y de preparación para la gran fiesta de la resurrección de Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Y en esta ocasión el vía crucis, el camino de la cruz, el camino de la luz ha ido precedido por la escultura de Jesús Nazareno.
El arte, la realidad histórica ha embellecido este camino de la cruz. La talla de cedro real creada y realizada en los talleres de Córdoba nos ha hecho vivir y vibrar al son del dolor redentor.
Sufre para colmarnos con una medida colmada, remecida de dolor. Su rostro, ¡cómo nos ha hablado y arremangado nuestros sentimientos dormidos por el peso de un bienestar arrogante! Jesús va encorvado por el peso de la cruz, de nuestros pecados, de nuestros olvidos, de nuestro orgullo sublimado por la ignorancia. Jesús, el giboso, el anulado, busca ansioso otros ojos donde poder encontrar el consuelo reparador. Y lo encuentra, aquí, hasta descansar en los ojos de su Madre que en medio de la multitud le está acompañando, animada, entristecida por el modo de corresponder de tantas y tantas personas a tanto bien regalado por Dios en la creación amorosa de cada uno de nosotros. Él nos mima, nos regala participar en los bienes de la naturaleza y nosotros, con nuestros pecados le devolvemos mal por bien. ¡Cómo le duele! Y a pesar de todo él nos sigue regalando la luz de la fe, la de la razón, la del arte, la de la amistad para que salgamos de nuestras miserias y le digamos, por fin, un sí bañado ya de eternidad. Perdón, Señor, perdón. ¡Aquí estamos nosotros en los ojos de María para que descanses y llegues a culminar tu redención en cada uno de nosotros!
Gracias, Señor, gracias y también por esa inspiración que le has regalado al artista D. Francisco Romero Zafra que con tanta bella expresión artística ha captado la fuerza dolorida y redentora de las dos miradas.
La imagen de Jesús Nazareno fue bendecida por nuestro Obispo D. Enrique Benavent en 2016. Gracias a la Cofradía de Jesús Nazareno.
Jesús, el aplastado por la cruz y por las heridas de la noche del jueves santo busca ansioso, enamorado, los ojos nuevos de nuestros corazones. ¿Me dais un consuelo como me los dio mi madre, la verónica, el cirineo en ese camino de dolor?
Dejad que los niños vengan a mí. Y todos vosotros quienes disfrutáis del regalo de la vida, y del regalo prometido del cielo. No me canso, a pesar de todo, hasta que me abráis las puertas de vuestras vidas.
Y seguimos reviviendo aquellos momentos tan trágicos y tan abiertos al esplendor de la vida eterna de la gracia. Eres tan divino que eres capaz de convertir en vida, en gracia, cada paso doloroso de tu Vía crucis.
A pesar de tanta injusticia cometida contigo te damos gracias que sigas confiando en cada uno de nosotros. ¡Aquí estamos,mi Señor, porque te amamos con todas las fuerzas que puedan caber en nuestros pobres corazones!
