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A Julio Sansano, E.P.D.

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Querido Julio te escribo con el dolor de mis manos
sabiendo que te vas por un tiempo al lado de la luz, y que hoy estarás en la escultura de los cielos.

En nuestros brazos quedó tu aliento,
en bronce tu voz dormida,
pero la piedra recuerda
que en tus manos fue semilla.

Tallabas la forma oculta
del silencio y su partida,
como si el tiempo cediera
para nacer en tus líneas.

Poeta de la materia,
escultor de la palabra,
dejaste en la luz tu huella
como un río que no acaba.

Hoy tu nombre se levanta
donde el polvo se arrodilla, y en cada verso callado
tu presencia nos vigila.

No muere quien deja forma,
no muere quien deja rima:
tú obra respira en nosotros,
Julio, raíz encendida.

Duerme en el regazo del que te cubrió
de tus dones, y que el arte siga floreciendo
en la piel de tu nuevo cielo.

Nieves Salvador

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