¿Dónde está José Ramón? Esa pregunta dicha a un grupo de excursionistas en busca del Pi gros siempre recibía una respuesta: está ahí, subiendo la última cuesta. Y allí que se divisaba a José Ramón con sus muletas traqueteando con rapidez y siempre acompañado por una sonrisa apaciguadora de oreja a oreja. Estaba allí, tal como siempre se le encontraba donde se pedían voluntarios para un trabajo. Levantaba su muleta con alegre rapidez para confirmar su disponibilidad. Con tus sesenta y tres años has estado siempre donde tenías que estar: haciendo el bien como Jesús de Nazareth. Nunca te escaqueaste porque tu fuerza venía del espíritu emprendedor. Es en Mallols donde nos conocimos a fondo. Aquellos ratos en que estudiábamos cómo aprovechar el tiempo, las virtudes humanas para generarlas y engendrarlas en nuestras vidas, aquel campeonato de la constancia que tanto bien nos hacía, aquellas visitas a los santuarios marianos durante el mes de mayo… En nuestra última entrevista frente a Correos, ¿hace un mes? me susurraste: ¿Sabe? -me hablabas siempre de usted- todo aquello me ha influido mucho en mi descubrimiento del sentido de mi vida. Ya sabes, José Ramón, que el año próximo celebramos su 50º Aniversario, el de Mallols. Y tú, con tu carrito a velocidad de manos rápidas ovaladas seguirás cumpliendo tu misión de ayuda a los demás. Tu gran afición a los sellos te ha llevado a encontrar ya el último sello, el que te habilita tu llegada y entrada en la casa del Padre –tal como dice tu hermano Salva-, donde te esperan tus padres repletos de bondad: Teresa y Ramón. Como tu amor era a raudales, me ha dicho tu hermana Mayte que ella, en herencia, tiene un poquito de lo tuyo, pero –añado- un poquito de mucho-mucho siempre es mucho. José Ramón, siempre nos has sido aliciente y luz para trabajar a tope y con alegría para los demás. En eso eres un gigante, porque al final de la vida se te juzgará por el amor. No reparabas, junto a Emilio, cargar y cargar el coche –de aquellos intrépidos chavales-para iros a unas convivencias de estudio. ¡Qué amigo de los amigos Malgosa! Eras el disponible a todo lo bueno. Por eso trabajaste sin descanso en los inicios de Mallols y dirigiste una excelente sesión sobre la influencia de las redes en los hijos en uno de los cursos de Orientación familiar que año tras año hemos convocado. Cuando regresaste, después de años, a celebrar el 30º aniversario del Cepa i Raïls de Benicarló confesabas que se te ponía la carne de gallina nada más traspasar su umbral. Las emociones te embargaban todos los poros de tu cuerpo y alma y corazón. ¡Te daban alas! Y ahora ya descansas en el gozo amoroso del Señor de la vida, al tenor de estas palabras amistosas de Jesús: como fuiste fiel en lo poco entra ya a gozar en el descanso eterno de la casa del Padre. Con tus poquitos grandes recibes la magna corona del amor del Señor de la Vida.
José Ramón, tu existencia ha sido maravillosa, luminosa y descubridora de lo que es esencial en la vida de cada uno. Por eso agradecemos tu amistad, tus peticiones de ayuda para que tu pequeña se curara, -¡cómo insistías!-, me alegraban tus deseos de mimar a tu esposa cuando la esperabas al regreso de su trabajo, cómo me contabas los triunfos y avatares de tus hijas educadas en la vía del esfuerzo. Tus diálogos en 7Dies expresaban, en un estilo personal y muy fecundo, soluciones a aspectos de la vida que debían mejorar en tu Benicarló. ¿Dónde estás, cómo estás, José Ramón? Yo, muy bien respondías, ¡si me cuidan con mimo tres mujeres: Marta, Ana y Maruja! ¡Qué maravilla tu existencia! ¡Gracias por tu existencia luminosa!