La celebramos la noche del 15 de agosto, fiesta de la Asunción de María a los cielos, en la iglesia de san Bartolomé. Izabella adornó con flores silvestres y una gran bandeja de frutas elaboradas los pies del altar coronado por la preciosa imagen de la Virgen Asunta. Y es que una fiesta de la Señora sin flores es como una orquesta sin los variados sonidos. En efecto, la Nit de María fue una explosión de sonido bien modulado por Vicente, de palabras y de corazones enamorados. Una noche de oración –el lenguaje de Dios- y de agradecimiento a Dios por el regalo de santa María y por el generoso y perseverante SÍ pronunciado por la joven doncella al prometedor recado del arcángel Gabriel. Y de propósitos sinceros en mantener y aumentar el caudal de cariño expresado por los asistentes. Más que asistentes decimos hijos alrededor de la mesa presidida por tan bella y excelsa Madre. Se mostraba regocijo filial cuando se la aclamaba como Estrella que brilla com pedra preciosa, lluent fontanella d’aroma de rosa. Y petición cariñosa y consoladora con el Maria consola el poble que plora i atreu les mirades del fill que la implora.
Resonaba con fuerza filial y piadosa el Santa María Madre de Dios cuando en diferentes idiomas -el más enrevesado el malgache y el usado por san Vicente Ferrer- se oraba con el Ave María. Se mostraba decisión ascética cuando el Padre Eddi leía puntos de examen. Y se explayaban con gozoso lenguaje poético cuando se escuchan las palabras a la Señora de todos los reunidos en su mesa de acogida. Al escuchar, ¡Madre, aquí nos tienes de visita en tu casa para celebrar tu fiesta de la Asunción a los cielos, y como este año jubilar se profundiza en la esperanza… te traemos el regalo de nuestro cariño!; y entonces ella nos respondía: Mirad, cuántas veces os he dicho que la mejor base de la esperanza es la humildad, la sencillez y saborearse que Jesús, mi hijo, vuestro hermano, ha resucitado y con él también yo, ¡también vosotros! Y seguía susurrando: Jesús os acompaña siempre de siempre: cuando estáis enfermitos, cuando estáis agobiados, desanimados, cuando estáis celebrando triunfos, cuando coméis, cuando dormís, cuando jugáis a tenis como le gusta al papa León, cuando os cambian de parroquia…
Y completaba cuando le preguntábamos cómo vivir en tu casa: Sencillez, sencillez, humildad hasta que rebose el vaso. Y entonces veréis que vuestro camino en la tierra, si vivís en mi casa, gozando de mi compañía y de mi respirar, si rezáis el rosario, si os confesáis, si acudís a la misa, si nos veis en cada uno de vuestros hermanos, si os ocupáis de los demás como Yo, nosotros, nos ocupamos de cada uno de vosotros…
Y en uno de los momentos de silencio creador reflexionábamos: Esa noche, nuestras vidas comprendieron que mirar con los ojos de María cualquier cosita de nuestra pequeñez tiene el sentido de la Resurrección de Jesús, el sentido del amor de nuestra Madre.
Y cuando le dijimos que Mosén Carlos cambia de parroquia se explayó en ese lenguaje suave de oleaje de mar que baña sus orillas, con sonrisa materna: No os preocupéis: Yo siempre he estado en su corazón, bien con el nombre de la Virgen de la Rápita, el nombre de la Cinta, el nombre de santa María del Mar, y ahora con el nombre de Virgen de Vallivana. Que no se preocupe que yo estaré siempre con él, regalándole la alegría en el camino hacia la resurrección. Soy el iter spei. Él tiene su cobijo, su horado de descanso en mi corazón, y también, en el de Jesús.
Santa Madre, María de la Esperanza, Asunta a los cielos, gracias por habernos mostrado las puertas abiertas del cielo. Y míranos siempre que con tu compañía se hace mejor el camino.
