Hace poco más de una semana que tuvimos el último pleno ordinario en el Ayuntamiento de Vinaroz.
En ese pleno pudimos observar dos maneras diferentes a la hora de gestionar la postura política ante la indeseable violencia contra la mujer.
Es verdad que mucho del argumentario que se planteó en el debate sobre la moción de VOX sobre el Día de Conmemoración del 25N no es de competencia municipal. Pero sí adelanta las posturas con las que se está de acuerdo a la hora de pertenecer a un partido político.
En los últimos días, el PSOE de Vinaroz ha dejado caer la idea de que VOX es extrema derecha o que haría falta un “cordón sanitario” hacia una formación que, recuerdo a los socialistas, contó con el apoyo de unos mil vinarocenses.
Si ser socialista es ser feminista, como tanto cacarean, viendo los casos que están saliendo a la luz pública de cargos orgánicos importantes del PSOE, tanto a nivel nacional, autonómico o municipal en algunos lugares, sobre su trato a la mujer, doy gracias a Dios que me llamen extrema derecha. Con Sánchez en el poder, las agresiones sexuales a las mujeres han aumentado ya un 275%. Peor es que llamen a alguien de izquierdas o socialista. Ser socialista o de izquierdas es ser parte de los que generan pobreza, de los que están a favor del reemplazo cultural o electoral para mantenerse en el poder a cualquier precio; es estar a favor de la política de puertas abiertas que justifica la inmigración ilegal, pero condena a los españoles a servicios sanitarios, educativos o laborales de menor calidad y a una inseguridad creciente, sobre todo a las mujeres.
VOX no es extrema derecha, es de extrema necesidad ante unas políticas progres que arruinan nuestro campo, dificultan el acceso a la vivienda y condenan a España en general y a Vinaroz en particular a un futuro incierto. Defender la identidad, fe y fronteras de España es ahora más importante que nunca.
