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Blackjack y memoria, entrenar la mente jugando a las cartas

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En los pueblos del Maestrat todavía se conservan esas escenas entrañables en las que, tras la comida, alguien saca una baraja y la mesa vuelve a llenarse de vida. Entre bromas, discusiones por quién reparte y el ruido de las cartas al barajarse, se esconde algo más profundo de lo que parece.

Jugar a las cartas, además de pertenecer a la tradición y ser una de las fórmulas más comunes de entretenimiento, es una gimnasia invisible, de gran eficacia para el cerebro. El blackjack ocupa un lugar especial, en este sentido, ya sea por la mezcla de azar, cálculo o estrategia que lo convierte en un auténtico entrenamiento mental.

  • El juego que parece simple, pero exige mucho al cerebro

Quien no ha profundizado lo suficiente piensa que el blackjack se reduce al objetivo de acercarse a 21 sin pasarse. Pero cualquiera que haya jugado sabe que hay mucho más, en cada ronda se debe hacer el esfuerzo de recordar las cartas que han salido, calcular probabilidades, decidir si pedir otra o plantarse, e incluso anticipar lo que puede hacer el crupier. Todo eso se hace en cuestión de segundos. Es como poner al cerebro a correr una carrera de velocidad cada vez que llega el turno.

La neurociencia lo explica con claridad. Este tipo de actividades estimulan varias áreas cerebrales a la vez: la corteza prefrontal, que regula la toma de decisiones y el autocontrol, y el hipocampo, que se encarga de procesar y actualizar información. Sin ser consciente de ello, se están ejercitando esas mismas capacidades que muchas aplicaciones modernas intentan estimular con juegos digitales. La diferencia es que aquí se realiza con una baraja de cartas, rodeados de gente, pasándolo bien, en un contexto social que refuerza el bienestar personal.

Los especialistas en envejecimiento activo coinciden en que mantener el cerebro ocupado es tan importante como caminar o hacer ejercicio físico. Y el blackjack, con sus cálculos y estrategias, es un ejemplo perfecto de cómo el ocio también puede ser un aliado para la salud mental.

  • Memoria y envejecimiento activo establecen una relación directa

A medida que pasan los años, la memoria se convierte en una de las grandes preocupaciones. Se olvidan citas, nombres o se pierde el hilo de una conversación, situaciones cada vez más habituales con la edad que generan cierta inquietud. La ciencia demuestra que esta facultad natural se puede entrenar, igual que los músculos.

En este sentido, el blackjack resulta ser un aliado inesperado, puesto que su juego obliga a retener información reciente (las cartas vistas, las jugadas anteriores), a actualizarla constantemente y a reaccionar en consecuencia. Es justo el tipo de ejercicio que recomiendan los neurólogos para retrasar el deterioro cognitivo. Además, se practica en un entorno social, lo que añade otro beneficio enorme, puesto que conversar, reír y compartir tiempo con otras personas es uno de los mejores protectores frente al aislamiento y la apatía.

En asociaciones de jubilados del Maestrat es habitual encontrar mesas llenas de cartas y amigos divirtiéndose, lo que parece una simple partida es en realidad un entrenamiento colectivo de la mente, disfrazado de diversión.

  • Beneficios que también alcanzan a los más jóvenes

Pensar que el blackjack solo tiene sentido para las personas mayores sería un error. En un mundo en el que los jóvenes viven rodeados de pantallas, notificaciones y distracciones constantes, entrenar la concentración se ha vuelto más necesario que nunca. Una partida de blackjack exige atención plena, siguiendo las jugadas, calculando rápido y decidiendo con calma.

El juego introduce de manera natural a los más jóvenes en conceptos de estadística y probabilidad. Es una forma práctica y divertida de comprender cómo funcionan las matemáticas aplicadas, algo que ningún libro de texto logra transmitir con tanta claridad. Por otro lado, además de mejorar el razonamiento lógico, también enseña a gestionar la paciencia y a reflexionar antes de actuar.

  • Más que azar una receta sencilla para cuidar la mente

Los investigadores hablan cada vez más del concepto de “reserva cognitiva”, una especie de colchón que el cerebro va construyendo gracias a los estímulos a lo largo de la vida, y que le ayuda a resistir mejor el envejecimiento y enfermedades como el Alzheimer. Leer, aprender cosas nuevas, tocar un instrumento o conversar ayudan a crear esa reserva, jugar al blackjack también.

En realidad, no hace falta complicarse demasiado. Una simple baraja, ganas de compartir mesa y tiempo bastan para poner en marcha mecanismos cerebrales tan valiosos como la atención sostenida, la flexibilidad mental o la capacidad de tomar decisiones rápidas.

Lo más bonito es que este entrenamiento no se siente como una obligación. Es una excusa para juntarse, charlar y reír. Y en ese ambiente, entre partidas y comentarios, el cerebro trabaja sin descanso, reforzando lo que de otra manera tendería a debilitarse.

El blackjack es, en definitiva, mucho más que un juego asociado a casinos o películas. Es un recurso cercano, accesible y humano para mantener la mente en forma. Una tradición que, lejos de ser un simple entretenimiento, puede convertirse en una herramienta poderosa para cuidar la memoria y la salud emocional en cualquier etapa de la vida.

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