- Tossa se encuentra dentro del espacio natural del macizo de las Cadiretes, valioso por la convivencia de flora mediterránea y atlántica e ideal para realizar paseos o rutas en bicicleta de montaña, pasando junto a vestigios megalíticos
Las playas que rodean la villa por el norte y por el sur son excelentes, algunas por la calidad de los servicios que ofrecen y otras por su entorno casi virginal. El patrimonio del municipio incluye huellas romanas, recuerdos modernistas y aires de la bohemia artística de las vanguardias.
Historia de Tossa
Tossa de Mar ha estado poblada desde el paleolítico. Los romanos eligieron este enclave privilegiado de la Costa Brava para emplazar su Turissa: una bahía natural donde el Mediterráneo entra suavemente entre dos cerros. La herencia de esta presencia romana es la villa de los Atmellers, en el núcleo urbano.
La villa vieja se configuró durante la edad media como un establecimiento fortificado, el único de estas características que se conserva en el litoral catalán. El recinto amurallado fue edificado entre los siglos XII y XIV para proteger la población de las amenazas de la piratería.
El lugar ya aparece documentado en el año 966, cuando el conde Miró de Barcelona dio estas posesiones al monasterio de Ripoll, que gestionó la construcción del castillo en el año 1187.
Durante el siglo XVIII, Tossa de Mar fue un de los municipios costeros que se benefició del tratado de libre comercio promulgado por Carlos III, que daba vía libre a los comerciantes que atravesaban el océano para ir a hacer fortuna a las Américas (los llamados indianos).
Actualmente, la población mantiene vivo su aspecto marinero y potencia el carácter de residencia veraniega privilegiada que adquirió ya en el siglo XIX y consolidó durante las primeras décadas del XX.
Qué hacer en Tossa de Mar
Las calles sinuosas de la villa vieja se llenan de día y de noche de aromas de pescado, marisco y de cimitomba, un sencillo y suculento plato típico de Tossa de origen marinero, hecho con pescado y verduras. En Tossa uno no sabe donde mirar ni qué elegir, de todo lo que hay y todo tan bueno. Incluso las tiendas de recuerdos tienen carácter, y cuesta pasar por las calles sin caer en la tentación.
La maravillosa bahía, la playa Gran, y las otras playas de la villa (Mar Menuda, del Reig y El Codolar) son la principal atracción de los visitantes. Hay quien prefiere las playas de fuera del núcleo urbano y escoge la tranquilidad de la virginal cala Morisca, a cinco kilómetros hacia el sur, la actividad de Llorell, a 3,5 kilómetros hacia el sur (donde se puede practicar todo tipo de deportes acuáticos) o la comodidad de los servicios que ofrece la cala de Giverola, a cinco kilómetros hacia el norte, por mencionar algunas.
Otro punto interesante relacionado con el mar es el faro, que acoge el Centro de Interpretación de los Faros de la Mediterrània, donde entender mejor el funcionamiento y la utilidad de estas torres. Las excursiones en barca con fondo transparente son otra experiencia única para los admiradores de la fauna acuática.
Para los amantes de la cultura, la población cuenta con estudios de pintores como Joaquim Hidalgo y Joan Serrabona, galerías de arte y el Museo Municipal, que muestra la intensa relación de la villa con el arte, que se hace patente con acontecimientos como la Feria del Dibujo y la Pintura en agosto.
En Tossa se pueden practicar actividades deportivas muy variadas, como el esquí acuático, el submarinismo, la bicicleta de montaña, el tenis, el kayak o la vela, y quien lo desee también puede jugar al golf, sólo tiene que desplazarse hasta Lloret.
Los bosques del macizo de las Cadiretes disponen de caminos señalizados para recorrer a pie o en bicicleta de montaña, y algunas de las rutas parten del parque de Sa Riera, a ochocientos metros de la villa y con diferentes ambientes naturales.